La idea inicial era salir desde Mesones de Isuela pero no pudimos cruzar el río por el punto señalado y decidimos bajar hasta Nigüella (Durante el S. XIV la población fue eliminada y de ahí su nombre por que no quedó “ni huella”) y comenzar desde ahí.
Se trata de una ruta muy fácil, con una pendiente de subida y bajada de 50 metros y aunque el cartel señala 5,2 km de distancia nuestro recorrido se redujo a 4, es decir 8 km en total. Este itinerario forma parte del GR90 “Tierras del Moncayo”.
Aparcamos el coche y descendemos por las calles de Nigüella hasta llegar al río donde vemos los carteles indicadores de la ruta
Desde el río vemos las casas colgantes de Nigüella y siguiendo su curso nos iremos alejando de ella.
En el primer tramo los olivos nos escoltan hasta iniciar la pequeña ascensión donde veremos a la izquierda el monte “Los Morrones“.
Desde el punto más alto nos damos la vuelta y podemos ver Mesones de Isuela y su castillo.
Esta es la cuesta descendente que luego, a la vuelta, habrá que subirla. Aquí el romero nos deleita con su aroma.
Este es un punto importante. Si se sigue por el camino recto se llegará a Arándiga igualmente, pero el paisaje es menos atractivo que el que ofrece el atajo del camino de la izquierda.
En este tramo las cañas nos acompañan hasta llegar al cruce del rio y lo pasamos por las piedras colocadas para ello.
Llegando a Arándiga vemos un antiguo molino.
Arándiga nos recibe con su castillo en la loma, justo al entrar veremos la ermita de la Purísima Concepción y ya en el pueblo el arco que nos da la bienvenida.
Aunque hacía frío el sol nos iluminó todo el día y como el viento no apareció, el paseo fue de lo más agradable. Era un día laboral y muy pocas personas se veían en el campo y en los pueblos. Al llegar a Arándiga hubiéramos querido comer allí pero los dos bares que había no tenían nada que ofrecer (un recordatorio para llevar siempre algo en la mochila). En la vuelta aceleramos el paso para llegar con tiempo para comer en Morata de Jalón.